jueves, 22 de octubre de 2009

Filosofía – Carl Honoré

La lectura de su libro “Elogio de la lentitud” me ha permitido conocer el creciente movimiento de alcance mundial que cuestiona el culto a la velocidad. Tentados y encandilados a cada momento, tratamos de amontonar tanto consumo y tantas experiencias como nos sea posible. No solo deseamos una buena profesión, sino también seguir cursos de arte, ejercitarnos en el gimnasio, leer el periódico y todos los libros de la lista de los más vendidos, salir a cenar con los amigos, ir al cine, mirar la televisión durante horas, escuchar música, dedicar tiempo a la familia, comprar los artículos de moda, disfrutar de la intimidad y tener una satisfactoria vida sexual, ir de vacaciones a lugares remotos y tal vez, realizar alguna labor de voluntariado. El resultado es una corrosiva desconexión entre lo que queremos de la vida y lo que de una manera realista, podemos tener, lo cual alimenta la sensación de que nunca hay tiempo suficiente.

El autor nos describe una sociedad donde reinan la velocidad, la comida (donde Burger King te permite comer en 15 minutos), la gran ciudad (donde vamos a la carrera a todos los sitios), la salud (donde el médico te osculta y determina lo que te pasa en 5 minutos), el sexo (poco, rápido y sin comunicación). También profundiza en la forma de trabajo y el ocio actual, en una carrera infinita sin objetivo definido, no se piensa, no se medida, se hace, se gasta el tiempo en comprar breves experiencias, dentro de un capitalismo salvaje. Se trata de estar continuamente atareado para distraer la conciencia y no pensar en nuestra mortalidad.

Pero algo ha cambiado y mucha gente se esta planteando que sentido tiene vivir tan rápido, quiere profundizar más en las cosas y no tocarlas superficialmente, apuesta por un capitalismo lento y con ellos ha nacido un movimiento slow mundial, que se ha dado cuenta que lo lento da placer.

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