Cuantos cambios en tan poco tiempo, cuando nací no teníamos ordenadores, ni teléfonos móviles y por supuesto que no existía internet y en apenas dos décadas hemos conseguido comunicarnos entre nosotros como nunca hubiésemos imaginado. Desde luego que si por algo se va a recordar esta época es por ser la era de la comunicación, un cambio tan grande para el hombre que es imposible imaginar su futuro.
El mundo se ha hecho pequeño, las noticias internacionales viajan por todo el globo informando de los sucesos más importantes, los descubrimientos, la música, las películas y cualquier persona puede alzar su voz a través de internet y ser inmediatamente escuchada en el resto del mundo.
El individuo está tomando conciencia poco a poco de quién es, asumiendo su insignificancia y su efímera existencia y pasando de una actitud individualista a una más comunitaria. Ahora somos conscientes de los problemas y alegrías del prójimo que en muchos casos coincide con nuestros problemas y alegrías y esto nos acerca mucho.
Los grandes problemas que debemos afrontar: problemas demográficos, de contaminación, etc debe llevarnos a plantear un nuevo modelo de vivir la vida. Un modelo que no ponga en peligro la supervivencia de nuestra especie y ponga freno al consumo descontrolado que actualmente existe. Debemos aprender a vernos y sentirnos como una única y variada comunidad, con un pasado al que estar agradecidos y un futuro por el cual luchar, aunque eso requiera sacrificios.
