lunes, 17 de noviembre de 2008

Sociedad - Low Cost

Piensa en una taza, ahora imagina que tienes que trasportar miles de tazas de la fábrica al punto de venta. Lo más normal es que las apiles una encima de otra, y todas llenen un pale, que luego meterás en un camión y las pondrás rumbo a la tienda. Ahora pensemos en el asa de la taza que en el empaquetado hace de tope y si mide por ejemplo 5 cm, es la responsable que exista entre taza y taza una separación de 5 cm. Si reducimos el tamaño del asa a 3 cm, incrementaremos considerablemente el número de tazas por pale, ahorraremos en trasporte y podremos bajar unos céntimos el precio del producto lo que indudablemente incrementará las ventas.



Algo parecido debió pensar Ingvar Kamprad dueño de IKEA y donde los muebles se trasportan y venden desmontados, lo cual permite vender a precios muy atractivos. Y es que este fenómeno del Low Cost ha situado ya a cuatro empresarios entre las fortunas más importantes del mundo, lo cual nos da una idea de la tremenda repercusión que está teniendo esta nueva pensar y de producir.


Se habla de productos Low Cost, de empresas Low Cost y hasta de una forma de vida Low Cost, unos productos y servicios tan baratos que se fabrican para usar y tirar y cuya filosofía encajan perfectamente en este nuevo mundo del continuo cambio, de la incansable búsqueda de la nueva experiencia.

Pero este incremento de la producción y los servicios a bajo precio le falta incluir un coste, es el coste medio ambiental. Cuanto más fabriquemos, más contaminamos, cuanto más consumimos más desechos generamos. Estos costes invisibles, los costes impensables son los que no se ven reflejados en el precio del producto adquirido, ni en el servicio utilizado, no los soporta el productor, ni el consumidor y yo me pregunto ¿Cuál es el precio real de las cosas?

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