lunes, 5 de noviembre de 2007

Filosofía - André Comte-Sponville


Me sorprendió su obra "El alma del Ateísmo" donde plantea una espiritualidad laica, una existencia sin Dios en convivencia con millones de creyentes:

Nos pasamos la vida intentando ser felices, siempre creando deseos insatisfechos, siempre viviendo en el pasado o esperando el futuro, y como decía Wittgenstein solo existe el presente y quien vive en el presente vive eternamente.

La solución del enigma es que ya no hay enigma. En el fondo no estamos separados de la eternidad más que por nosotros mismos. De ahí que cuando el ego se disuelve solo queda el todo. La muerte no me roba más que el pasado y el futuro y no debemos temerla.

El mundo es nuestro lugar, el cielo, nuestro horizonte, y la eternidad, nuestra cotidianidad. Esto me hace sentir emoción igual que a un creyente leer la Biblia. sin vértigo, sin miedo. Freud decía que sería muy bueno que existiera un Dios colmado de bondad, un orden en el Universo, una vida tras la muerte, pero todo es muy curioso que coincida exactamente con lo que podríamos desear nosotros mismos, Nietzsche es más contundente al afirmar que Dios es demasiado deseable para ser verdad, es una creencia, que no esta fundada en ningún saber, solo se apoya en el deseo.

Por otro lado podemos dudar de Dios pero no de las religiones, las religiones son humanas, quizás demasiado humanas. No podemos hacer gravitar el destino de nuestra civilización de una cuestión objetivamente indecidible, por eso es necesario que la religión no funde la moral, sino la moral la que funda la religión.

El hombre nace solo vive solo y muere solo y mientras vive en la ciudad nadie le conoce y eso pone de manifiesto la verdad de la sociedad y del mundo, la indiferencia, el egoísmo el azar de los encuentros el milagro de los amores. No es el amor el que hace funcionar las sociedades es el dinero. La vida demasiado difícil, la humanidad es demasiado débil, el trabajo demasiado agotador, los placeres demasiado vanos, el dolor demasiado frecuente, el azar demasiado injusto como para que se pueda creer que un mundo tan imperfecto tenga un origen divino.

Vas por el campo y de pronto ! Nada ! es decir ! Todo ! Ninguna pregunta, solo una evidencia una felicidad que parece infinita. Paz, simplicidad, serenidad, alegría, ni siquiera el deseo que no se terminara, no hay preguntas, solo silencio y verdad. No había fe, ni esperanza, ni promesa.

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