lunes, 1 de noviembre de 2010

El consumidor responsable

Cada vez somos más conscientes de los grandes problemas mundiales que vamos a tener que afrontar en este siglo, cada día que pasa hay más gente que piensa que hay algo en nuestra sociedad actual, que no funciona correctamente. Solo tenemos que ver las ingentes cantidades de recursos que utilizamos para vivir en los países desarrollados y las millones de toneladas que desechamos, para darnos cuenta que efectivamente nuestro modelo de vida no se puede extender, por la sencilla razón de que vivimos en un planeta donde los recursos son finitos.

Ante esta situación es inevitable que se produzca un ajuste en nuestro modelo social, y es aquí donde el consumidor va a tener un papel fundamental. Acostumbrado y enseñado en el cómodo “comprar, usar y tirar, para volver a comprar”, los consumidores se han dejado llevar por la seductora y cada vez más elaborada publicidad. Pero es en el inofensivo proceso de compra donde él consumidor además del producto debería de adquirir la responsabilidad sobre él mismo.

Con “la responsabilidad” quiero decir que debemos ser conscientes en todo momento de la gran cantidad de materia y energía que ha sido necesaria en el proceso de fabricación y esto debe de hacernos reflexionar obligando a utilizar lo comprado y a no tirar aquello que puede ser todavía de utilidad. Efectivamente darle utilidad a algo de lo que queremos desprendernos requiere un esfuerzo adicional que no hacemos cuando tiramos algo al cubo de la basura, pero es ese el paso que se debe dar.

Nos pasamos nuestra efímera vida acumulando objetos, pensando que algún día pueden hacernos falta a nosotros o a alguno de nuestros descendiente, quien sabe si buscando una continuidad infinita que gane la partida a la muerte, pero Internet me ha enseñado con las películas y la música que no es necesario poseerlo todo, es suficiente con verlo o alquilarlo para disfrutar y si lo compartimos nos enriquecemos socialmente, mientras que si guardamos nos encadenamos a la vida, siempre pensando en la falta, en la carencia.

El pecado no está en comprar, sino en tirar.

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