Para afrontar un gran reto es necesario disponer de un gran equipo. Podemos intentar abordarlo solos pero si conseguimos repartir el trabajo podemos multiplicar los resultados. El problema es que formar un buen equipo de personas no siempre es tarea fácil.
Yo tengo la suerte de formar parte de un gran equipo, cada miembro tiene sus peculiaridades y diferencias, pero creo que con el tiempo hemos sabido transformar esas diferencias en virtudes. Una buena comunicación, mucha transparencia, humildad y las ganas de aprender en un entorno con buen clima laboral son los responsables de haber conseguido unos excelentes resultados.
Sin lugar a dudas queda mucho por hacer: mejorar la eficacia de las reuniones, documentar mejor los proyectos, focalizar las acciones al resultado, ... pero es asombroso lo mucho que puede realizar y aportar cada uno de los miembros del equipo si se dan las condiciones adecuadas para ello. Aquí la función del responsable (o jefe) es vital pues es el principal encargado de encontrar y potenciar las virtudes de su personal y dar solución o minimizar cada uno de sus defectos.
El hombre es egoista por naturaleza y social por necesidad. Crear un buen equipo consiste en disminuir el interés particular y aumentar el social. Esta es la clave para conseguir un entorno óptimo de desarrollo personal y profesional.
Una vez consolidado el equipo: valorar, promocionar, "vender" y abordar nuevos retos es indispensable para dar continuidad y seguir creciendo como persona y como equipo.
Los individuos marcan goles, pero son los equipos los que ganan los partidos.
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