Los arqueólogos creen que Benarés tiene más de 3000 años de antigüedad, y fue centro religioso, de hecho se trata de una de las siete ciudades sagradas de los hindúes y durante todo el año hay gente que peregrina allí. El hinduismo cree que todo aquel que muera en Benarés queda liberado del ciclo de las reencarnaciones y esta creencia inunda la ciudad de enfermos y ancianos, que quieren pasar sus últimos días en la ciudad santa.
Pero si algo destaco de Benarés son los ghats, nombre que reciben las escaleras de piedra que descienden hasta el Ganges. Al amanecer, es absolutamente impresionante ver despertar a toda una ciudad para realizar sus baños purificadores en el río. El sol sale por el lado del río donde no hay ninguna casas construida (se considera maldito) y miles de personas bajan las escaleras mientras se oyen los primeros ruidos de la ciudad que despierta. Se meten hasta la cintura en el río y realizan varias inmersiones con las manos juntas mirando al Sol para darle las gracias y redimir sus pecados.
Entonces te das cuenta que el río Ganges esta vivo, es la sangre de Benarés y al pasear te sientes unido a él, entre mendigos inimaginables, gente que lava la ropa a golpazos y bebe del río, sin servicios, ni hospitales y en algunos ghats (los crematorios de Manikarnika y Harischandra) con un olor intenso a madera y muerte que te recuerda lo efímera que es la vida.
Es posible que a muchas personas occidentales les de asco y se sientan incómodos, pero pasado ese rechazo inicial solo se ve gente sencilla, mucha gente unida por sus creencias formando un pueblo, que nace, vive y muere como un simple río.
NOTA: Al final para hacer el típico viaje en barca por el Ganges, nos lio un niño que no tendría ni 10 años. Me daba tanto apuro que no le deje remar y mientras a mi me miraban como un bicho raro, el pequeño balsero disfrutaba comiendo unas galletas "Principe" y bebiendo abundante agua del rio Ganges.
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