La llegada a Internet de la Web 2.0 y los proyectos de colaboración supuso una nueva revolución tecnológica. La gente comenzó en masa a enriquecer estos proyectos aportando una gran cantidad de información. Información que en algunos casos era personal e incluía: fotos, videos, etc.
Estas aportaciones que se hacían y se hacen detrás de un apodo (o nickname) se han ido almacenando durante estos últimos años en bases de datos. Nuestro apodo es el que garantiza el anonimato, aunque a veces, como es el caso de las redes sociales (Facebook, Linkedin, etc) no dispongamos de este apodo y nuestro nombre y apellidos se hagan públicos, entre otras cosas para así conseguir que la gente que nos conoce, nos encuentre.
Toda esta inmensa cantidad de información que la Red tiene con nuestros comentarios en blog, ventas y compras realizadas, etc va dejando un rastro de: nuestras aficiones, nuestras ideas y nuestras amistades. Poco a poco se va creando un yo digital de una gran veracidad que se va consolidado y respetando con el paso del tiempo. Los apodos (yo digital) que participa activamente en una web desde hace años, son apodos que la comunidad termina respetando y que cualquier usuario de Internet sabe valorar.
Disponer de herramientas que busquen y analicen ese yo digital son muy útiles porque nos permiten profundizar en la persona mucho antes de conocerla físicamente. Realizar este trabajo previo nos permite saltarnos esa complicada etapa de presentación y de toma de contacto, para pasar directamente a abordar el tema en el que estamos interesados en profundidad.
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