Su libro "APRENDER A VIVIR" explica filosofía y religión, surgimiento del humanismo y filosofía moderna en el capitalismo globalizado.
El libro comienza con una contundente frase "la filosofía es aprender a morir", no pretende salvarnos, más bien nos ayuda a combatir la angustia que nos inspira la muerte, recurriendo sólo a nuestra propias fuerzas y con la sola ayuda de la razón. Sigue su exposición con una segunda frase de Séneca no menos importante que la primera "mientras se espera vivir, la vida pasa" o como dice un proverbio budista "hay que aprender a vivir como si el instante más importante de tu vida fuera el que estás viviendo en este mismo momento y las personas que más contaran fueran las que tienes delante, porque el resto simplemente no existen". Y es que vivimos todas nuestra vida entre recuerdos y proyectos.
La naturaleza es armonía, esta llena de trasformaciones, no hay destrucción y la muerte simplemente es un cambio. La naturaleza no es igualitaria y esto lo introduce el hombre en la sociedad de manera artificial, podemos decir que la cultura democrática tiende en cierto sentido a contrarrestar la lógica de la selección natural. Las inclinaciones naturales nos empujan al egoísmo y deben ser controladas.
El cambio de Descartes al individuo queda reflejado en su más celebre frase "pienso luego existo", pero es la destrucción de las ideas de Nietzsche donde Luc Ferry aporta una explicación de la sociedad actual. Nietzsche nos explica que presente y eternidad son los mismo, no hay sentido en la vida. El mercado avanza por imperativo absoluto. Ya no podemos asegurar que avance hacia algo mejor, simplemente avanza para sobrevivir y por tanto nos desposee de todo proyecto histórico. La democracia queda relegada La naturaleza ya no es misteriosa, ni sagrada, sino más bien un stock de objetos puramente materiales carente en si misma de valor y que utilizamos indiscriminadamente para nuestros fines.
Por primera vez una especia tiene la posibilidad de destruir el planeta y esa especie no sabe a donde va. Las cumbre como la de Kioto son la presentación de unas buenas intenciones sin capacidad de acción y la esperanza es más una cuestión de fe que de razón. Es necesario un cambio y anteponer al interés particular el general.
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