Este escritor me cautivo con una frase “El imperio de lo efímero”, que me abrió las puertas de su conocimiento, pero hoy quiero hablaros de su última obra “La felicidad paradójica” donde realiza un análisis de la sociedad desde mi punto de vista sorprendente:
Solo estamos al principio de la sociedad de hiperconsumo y por el momento no hay nada que permita detener, ni siquiera desacelerar la huida hacia delante de la comercialización de la experiencia y los estilos de vida. La seducción ha reemplazado a la coerción, el hedonismo al deber, el gasto al ahorro, el humor a la solemnidad, la liberación a la represión, el presente a las promesas del futuro. Necesitamos comprar periódicamente, ir a palacios de ensueño buscando nuevas experiencias para nuestra colección, que calmen nuestras frustraciones y ansiedad. Hemos creado al consumidor moderno, un sujeto dependiente del confort.
Un alud de nuevos productos con un ciclo de vida cada vez más corto inunda las tiendas y los “no lugares” como aeropuertos, gasolineras,… mientras la televisión, las revistas y la prensa del corazón presentan el espectáculo de los que encarnan la plenitud de la vida, el espejo donde nos vemos y la semilla de la insatisfacción personal.
La publicidad se llena de términos científicos y cifras que demuestran la eficacia de los nuevos productos y nos ofrecen un sencillo mecanismo de compra para alcanzar el objetivo que nos proponemos. Pero esos mismos anuncios de nuevas experiencias y emociones necesitan aumentar nuestra necesidad para incrementar las ventas.
El individuo hipermodelo sueña con un cuerpo perfecto, con el rendimiento máximo, esa es una de las razones que explica que las competiciones deportivas desaten pasiones. Sin embargo en la vida cotidiana se come demasiado y cada vez nos hacemos más sedentarios.
En la relación se debe de valoran los lazos emocionales y sentimentales, pues ser amado significa ser elegido, sobreestimado, preferido a todos los demás. Pero el amor eterno se ha destronado y la depresión se cubre con pastillas que nos restablecen la confianza y nos ayuden a superar las plusmarcas que se ven en el porno.
El mercado ha dado un giro radical para ir al modelo dominante de comportamiento individual, al autoservicio al “vende para producir”. Los individuos ya no coinciden con la clase a la que pertenecen, pero debemos evitar discursos apocalípticos, y valorar el nacimiento del consumidor responsable, que se informa, que ayuda a los desfavorecidos y esta cambiando.
Del mismo modo que la invención del consumismo es una invención histórica con fecha de nacimiento, tampoco su futuro será eterno. Tarde o temprano llegará el momento y la creencia moderna de que la abundancia es condición necesaria y suficiente para la felicidad humana habrá dejado de dar sus frutos.
lunes, 5 de noviembre de 2007
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