
Russell analiza el aburrimiento, la fatiga, la envidia, el miedo y en la segunda parte del libro los sentimientos positivos como el entusiasmo, el cariño, la familia o el trabajo.
En su análisis de la felicidad, nos indica que una parte indispensable es carecer de algunas cosas que se desea y comprender el mundo en que vivimos, buscando el contacto con la vida de la tierra y no dejarse llevar por los placeres momentáneos que nos ofrece la sociedad. Para Russell debe de existir un interés por todo, se debe de vivir con entusiasmo y mejor subestimándose que sobreestimandose. Con una actitud expansiva y generosa hacia los demás, que sin duda es una fuente de felicidad tan importante para el dador como el receptor.
Es importante comprender la brevedad e insignificancia de la vida, para vencer miedos y obtener una profunda alegría de la superación y construcción diaria que nos proporciona el trabajo y la vida. La esperanza personal puede fracasar pero si los objetivos forman parte de un proyecto más amplio que afecta a la humanidad, la derrota no será completa. En definitiva sentirse parte del rio de la vida.
Spinoza al que hace referencia el autor dijo: “ La persona que haya percibido lo que es la grandeza del alma, aunque sea temporal y brevemente, ya no puede ser feliz si se deja convertir en un ser mezquino, egoísta, atormentado por las molestias triviales con mieods a lo que pueda depararle el destino”.
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