El mundo esta lleno de sufrimiento, desigualdad, enfermedad e injusticias y eso es demasiado duro para el día a día del hombre, cuando puede encender con un simple botón la televisión y ver un mundo mejor, lleno de gente guapa y feliz consumiendo los miles de productos que dan la felicidad.
Con la publicidad y el marketing hemos creado un gran mundo de ilusiones y deseos que cientos de miles de personas se encargan de renovar diariamente. Un "Gran Matrix" donde cada luz, cada movimiento, cada palabra esta pensada para impactar al telespectador, con el único objetivo de despertar su deseo y poder controlarle. Pero ¿queremos vivir de espaldas a la realidad?
El dinero que fue creado por nosotros para ayudarnos, nos gobierna y la vida para muchos de nosotros se ha convertido en una busca incansable por conseguir dinero, que luego utilizamos para comprar cosas que amontonamos hasta el olvido en nuestras casas. Sabemos que vivimos en un mundo de desigualdades y el dinero nos puede aportar tranquilidad, mejor salud, educación, legislación,...y eso hace que algunas veces se traspase la linea de lo moralmente correcto. La vivienda, la comida, la salud, la ley,... todo esta afectado en mayor o menor medida por el dinero y esa gran corriente de egoísmo, que nos impide pensar y ver lo bonito que es compartir.
El miedo es el otro gran medio de control de masas, porque una sociedad con miedo pierde parte de su libertad y es gobernable. El miedo nos aisla, convirtiendo al vecino en un asesino en serie. Ya no pensamos, no actuamos, no decidimos y cedemos esa responsabilidad a otros.
Abramos los ojos, pensemos y actuemos en consecuencia. Utilicemos nuestra libertad más haya de elegir la marca de refresco que nos han dicho que nos gusta consumir.
1 comentario:
Este es, sin duda, el post que más me ha gustado de los que has escrito en mucho tiempo y coincide además su fecha con el día de mi cumple. Coincido en la necesidad de darnos cuenta de lo importante que es vivir, vivir por encima de dinero, de imagen, de leyes. Vivir para compartir, para disfrutar de cosas que gratis, no tienen precio, como un camino por un monte o el jadeo de tu perro corriendo junto a tí bordeando el mar. O los amigos. Y la amistad verdadera. Esa que no entiende tampoco de niveles ni esferas y que nos quita el miedo a golpe de futbolín.
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