Somos un motón de células que con diferentes funciones y en una cooperación asombrosa se ayudan continuamente para constituir un ser vivo. Esas células necesitan energía, que se les proporciona con los alimentos que diariamente consumimos. Todos los alimentos son procesados por el cuerpo que busca los nutrientes que necesita para su desarrollo y funcionalidad. Una nutrición equilibrada es vital para llevar una vida saludable y no enfermar, pero ¿somos conscientes de lo que comemos?.
La comida se ha integrado como un bien más de consumo y como tal se elabora al menor coste y se publicita para obtener un mayor beneficio, es decir, un mayor consumo. El deseo generado a través de la publicidad distorsiona nuestra capacidad de elección y silencia el deseo de nuestro cuerpo. La compleja composición de los productos actuales desorientan al consumidor ¿alguien sabe si es más sano un producto leyendo su etiqueta de composición?
Mientras tanto el silencio de la administración deja desamparado al ciudadano, que es testigo del preocupante incremento de la obesidad infantil al amparo de un estado que no reacciona. Mejorar la información, unas etiquetas más sencillas y un consumidor más responsable, seguro que puede ayudarnos a reducir el preocupante aumento del cancer, los problemas cardiovasculares y otros muchos problemas derivados de NO tener una alimentación óptima.
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