Hemos creado una gran mentira, un mundo paralelo que no existe donde vive la gente de cuerpos perfectos. Ellos son los que nos seducen diariamente con sus mensajes publicitarios y nos invitan a consumir todo tipo de productos.
Yo siempre he pensado que es delito si una persona miente a los demás para enriquecerse, sobre todo si la mentira produce daños ya no económicos, sino físicos, pero parece que esto no se cumple en el poderoso mundo de la publicidad donde hay gran permisividad y se deja que cada ciudadano se enfrente y se crea aquello que el considere oportuno.
Yo creía que el gobierno regulaba estos abusos y se encargaba de proteger a las personas de la mentira y el engaño, pero la realidad demuestra que esto no es así. Podría obligar a marcar aquellas fotos que hayan sido retocadas para que la juventud no se obsesionara con la perfección corporal y viera el proceso de envegecimiento como algo natural, pero prefiere callar y dejar que la mentira crezca y sobre todo entretenga a la multitud, que asiste al espectáculo diario sin pararse a pensar.
domingo, 15 de febrero de 2015
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