
También realiza algunas reflexiones religiosas a través del personaje del ex-reverendo, que dice cosas como: “si el Espíritu Santo es amar a hombres y mujeres, eso se llama historia” y que en un momento determinado le llevan a plantearse si promulgando la religión no habrá hecho mal a alguien. Dudas que resuelve al final dándonos a entender que no se tiene un alma, sino un trozo de un gran alma.
El escritor presenta claramente los dos lados del hombre, el pobre que ayuda y se funde en un “nosotros” y el propietario que cae en el sin sentido de la sociedad y quema las naranjas porque el precio es bajo, a pesar de estar rodeado de gente necesitada.
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