Una vez leí en un libro (Africas - Bru Rovira), la idea que se le había ocurrido a una joven mujer africana, como no tenía nada que comer y sus hijos no paraban de llorar por el hambre puso una cazuela con agua a cocer, ella hacía que cocinaba mientras sus hijos esperaban y sin perder la esperanza terminaban entre lágrimas quedándose dormidos.
Desgraciadamente no es un historia inventada, esta pasando ahora. En el mismo mundo en el que se ficha a un futbolista por 93 millones o se ganan cientos de millones en Wall Street, en el que gente sin nombre ayuda y otra cae en el más absoluto egoísmo.
Soy consciente que miles de niños mueren de hambre, sin agua, alimentos ni medicinas todos los años y a mi duele en lo más profundo de mi ser, porque con ellos muere mi esperanza en un futuro mejor. Una injusticia consentida que me atormenta y donde el miedo no me deja actuar.
Espero que algún día el hombre reconozca su efímera existencia y sin miedo a la muerte piense en la vida como un breve viaje de sensaciones y experiencias. No perseguir los infinitos deseos de la publicidad y acaparar objetos sin descanso, sino más bien sentirse parte de un todo inmortal que es el milagro de la vida en la tierra.
sábado, 27 de junio de 2009
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