Siguiendo la corriente de Bauman, Lipovetscky, Verdú,… Justo Zambrana escribe "El ciudadano conforme" este interesante libro donde analiza el hundimiento y la crisis de la modernidad y plantea los males que aquejan al hombre actual ante la desaparición de los valores espirituales y la pérdida de fe en el progreso ilustrado.
Los cambios en el mundo de trabajo también se empiezan a experimentar en la esfera del capital. Sobra trabajo, capital y productos y esto ha convertido al ciudadano por encima de todo en consumidor. Un consumidor aterrado por aburrimiento, condenado a vivir en un estado de perpetua euforia. Según el autor nos hemos convertido en "coleccionistas de sensaciones". El shopping es la terapia contra la depresión, como el consumo lo es contra la infelicidad
Todo se ha trasformado en mercancía, el mercado ha invadido la política y la tecnología y hasta el conocimiento que en la gran tradición del pensamiento clásico aparece ligado a la consecución de la verdad y el bien, comienza ahora a ser una función del poder y se produce para ser vendido.
En su visión de la crisis económica Justo nos indica que los accionistas son incapaces de controlar la gestión de su propiedad, lo que ha permitido un rápido enriquecimiento de los gerentes que con ocultaciones constantes de información han distorsionado el mercado.
Por último "El ciudadano conforme" alerta sobre el límite ecológico que acecha al universo de consumo. "Se necesita un equilibrio entre razón instrumental y espiritual", nadie duda de que el modelo social actual es insostenible y es necesario un cambio.
viernes, 3 de octubre de 2008
Sociedad - Juliet B. Schor
El libro “Nacidos para Comprar” es el resultado de un largo y sorprendente estudio que Juliet ha realizado sobre los nuevos consumidores infantiles.
En una sociedad cada vez más competitiva, que esta inmersa en el ciclo del trabajo y gasto, las empresas han identificado un océano azul en los niños. El cambio social que ha experimentado el niño en la familia le ha otorgado unas competencias nuevas que han sido cuidadosamente estudiadas por los profesionales del marketing.
Nos explica los importantes cambios que se están produciendo sin que apenas los percibamos. Nos habla del “dinero culpable”, originado por el poco tiempo que los padres tienen para disfrutar de sus niños y como la publicidad a potenciado la independencia de los niños llegando incluso (y por supuesto subliminalmente) a revelarse antes el mundo de los adultos que es serio y aburrido.
Juliet también se adentra a investigar la violencia en los videojuegos, la comida basura, el trans-juguetismo (todo objeto se trasforma en juguete) incluso el neuromarketing, donde se estudia los estímulos celébrales frente a un color o una forma y que sirven para diseñar productos con una alta venta.
En la parte estatal, las ayudas a los políticos de estas grandes empresas hace que el estado baje la guardia y no regulen la publicidad para los menores o sea poco restrictiva. No se potencia un etiquetado mejor, en Estados unidos se permite la publicidad en las escuelas, y en definitiva se permite hacer “ruido”, es decir un anuncio no captado por el radar del cinismo y que por lo tanto es el más efectivo.
Juliet profundiza en su estudio en la relación entre alto consumo y depresión, ansiedad, baja autoestima y problemas psicosomáticos. Y critica a las empresas que se están convirtiendo en los cuenta cuentos de nuestros hijos y los principales transmisores de cultura. Maravillados por el mundo irreal de la televisión nos hemos convertido niños y adultos en acumuladores de productos en un bucle de retroalimentación con barniz democrático controlado por empresas que organizan, dirigen y se benefician del proceso.
La clave del conformismoy el bienestar
no es tanto obtener máscomo desear menos.
En una sociedad cada vez más competitiva, que esta inmersa en el ciclo del trabajo y gasto, las empresas han identificado un océano azul en los niños. El cambio social que ha experimentado el niño en la familia le ha otorgado unas competencias nuevas que han sido cuidadosamente estudiadas por los profesionales del marketing.
Nos explica los importantes cambios que se están produciendo sin que apenas los percibamos. Nos habla del “dinero culpable”, originado por el poco tiempo que los padres tienen para disfrutar de sus niños y como la publicidad a potenciado la independencia de los niños llegando incluso (y por supuesto subliminalmente) a revelarse antes el mundo de los adultos que es serio y aburrido.
Juliet también se adentra a investigar la violencia en los videojuegos, la comida basura, el trans-juguetismo (todo objeto se trasforma en juguete) incluso el neuromarketing, donde se estudia los estímulos celébrales frente a un color o una forma y que sirven para diseñar productos con una alta venta.
En la parte estatal, las ayudas a los políticos de estas grandes empresas hace que el estado baje la guardia y no regulen la publicidad para los menores o sea poco restrictiva. No se potencia un etiquetado mejor, en Estados unidos se permite la publicidad en las escuelas, y en definitiva se permite hacer “ruido”, es decir un anuncio no captado por el radar del cinismo y que por lo tanto es el más efectivo.
Juliet profundiza en su estudio en la relación entre alto consumo y depresión, ansiedad, baja autoestima y problemas psicosomáticos. Y critica a las empresas que se están convirtiendo en los cuenta cuentos de nuestros hijos y los principales transmisores de cultura. Maravillados por el mundo irreal de la televisión nos hemos convertido niños y adultos en acumuladores de productos en un bucle de retroalimentación con barniz democrático controlado por empresas que organizan, dirigen y se benefician del proceso.
La clave del conformismoy el bienestar
no es tanto obtener máscomo desear menos.
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